jueves, 1 de septiembre de 2011

Para el Taller de Escritura creativa VI. Las vacaciones

No teníamos demasiado dinero y un amigo nos contó que hay gente que intercambia la vivienda para viajar a otros países. A mi mujer no le pareció mala idea, así que hicimos unas fotos de nuestra casa y las colgamos en un portal de Internet. Recibimos varias ofertas que fuimos descartando hasta que nos quedamos con una que cumplía nuestras expectativas: era una casita muy mona en Noruega y los propietarios, un matrimonio de mediana edad, posaban rubios y sonrientes. Intercambiamos varios correos electrónicos hasta que llegamos a un acuerdo: ellos volarían de Noruega a España el día que nosotros volásemos de España a Noruega, y lo mismo habíamos previsto para el regreso, de tal manera que no llegaríamos a conocernos personalmente.

Todo marchaba según lo previsto. En el viaje en avión, iba comentando con mi mujer la idea que habíamos tenido, que esperábamos que les gustase a los noruegos. Les habíamos dejado folletos y direcciones con sitios interesantes que no debían perderse. Nos llevamos una grata sorpresa al ver que ellos habían hecho lo mismo. Pero bueno, eso no lo descubrimos hasta que llegamos a la casa, lo que nos había resultado difícil puesto que nos perdimos.
A pesar de nuestra desubicación, disfrutamos mucho, conocimos sitios realmente fascinantes. Quedamos enamorados del paisaje.
Una vez en la casa, después de descubrir lo que nos habían preparado, nos paseamos por ella. Vimos sus fotos, su decoración y jugamos a imaginar su vida. Averiguar sus gustos, su forma de llevar el día a día. Y así pasamos nuestras vacaciones, viviendo una vida que no era la nuestra.
Con pena abandonamos el país nórdico, quedándonos con las ganas de conocer a tan interesante pareja, al menos en apariencia.
Tal vez el destino, o un malentendido con los horarios, hizo que al llegar a España viésemos al matrimonio en el aeropuerto, ellos a nosotros no, pero decidimos seguir con la magia, la ilusión de la imaginación, para que no se rompiese el encanto al conocerlos personalmente. Nos llamó la atención la cantidad de maletas que llevaban, para sólo ser un viaje de una semana.
Al llegar a nuestra casa se rompió el encanto. ¡Menudo desastre! Nos la habían dejado casi vacía. Encontramos una nota: “Nos ha encantado, cuando queráis repetimos”.


Nota: lo escrito en negrita no es mío si no de Marcos Díez Manrique.

No hay comentarios:

Publicar un comentario