lunes, 12 de septiembre de 2011

Lucha interior

El silencio se ve interrumpido, oigo el susurro de una voz en mi cabeza: “¡hazlo!” Pero yo dudo e inmediatamente aparece su contrario: “es mejor que no...”. Me pongo histérica y grito “¿QUÉ HAGO?” Toda la gente del bus vuelve su mirada hacia mí, les respondo con una mirada de profundo odio y al instante me da un incontrolable ataque de risa. No tardó en formarse un vacío a mi alrededor, todavía no sé a qué se debe...
A vosotros también os pasa, ¿verdad? Lo de las voces digo, es algo completamente normal. Tener un duende consejero en la mente puede ser muy útil, aunque a veces da problemas... Despierta mi lado pasional, me entran ganas de matarlo, pero a la hora de la verdad no soy capaz y siempre me arrepiento. ¡Ah! No se lo digáis porque igual se enfada, pero sospecho que es un poco bipolar.
Finalmente, tomo una decisión. Mientras la gente no me quita los ojos de encima me acerco al conductor. Le regalo una diabólica sonrisa y me mira asustado. Él traga saliva y con dificultad alcanza a decir:
  • ¿Quiere algo?
Reflexiono y contesto:
  • Ahora que lo dices... Sí, quiero conducir.
Tartamudea.
  • Me temo que eso no puede ser posible.
  • Oh, ya lo creo que sí...
Veo que se fija en algo que está a mi espalda, me giro y hay un tipo robusto.
  • Atención todos, aquí tenemos al héroe de la película.
  • Tranquila – me dice mientras extiende sus manos hacia mí con una clara intención de sujetarme.
Sin pensarlo le ataco, un fuerte mordisco que hizo que la sangre empezara a correr. Quedó desconcertado. Me vuelvo hacia el chófer, con voz suave y pausada:
  • Bien, ¿por dónde íbamos?
Entonces vuelve a mí el maldito duende “¡detente! Para esto antes de que alguien más salga herido, no tienes por qué seguir con esto.” Me desespera.
  • ¿Quieres callarte de una puta vez?
Llevo mi mano a la espalda y saco del pantalón una pistola, me apunto a la sien.
  • Esta vez no dudaré en hacerlo.


[Nota: Se me acabó la hoja, si queréis, continuará...]

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