martes, 13 de septiembre de 2011

Complot

Parece que cuando estás más decidido a hacer algo, más obstáculos ponen ante ti.
Con un claro propósito de estudiar me levanto a las 8. “¡Qué pereza! Con lo bien que estaba yo en la cama...”. Ordeno todo y me preparo para bajar a la Biblioteca. Son las 9, la cuenta atrás ha comenzado, y pensar que mañana a estas horas estaré ya en el examen... ¡Uff, qué agobio! Bueno, marcho. Un momento, ¡mis apuntes! ¿Dónde están mis apuntes? Después de volverme loca recuerdo que la noche anterior los había dejado guardándome mi sitio. ¡Genial! Ya he perdido media hora.
Llego y no estoy sola, dos chicos habían madrugado más que yo. Distribuyo el temario por la mesa y da comienzo la sesión de estudio. Miro por la ventana y me alegro de que llueva, así me resulta más sencillo. ¿Qué es ese ruido? ¿Por qué diablos se ponen a segar el césped con este día? El ruido es muy molesto, incluso teniendo las ventanas cerradas. ¿Es que no saben que tenemos que estudiar? Mejor ignorarlo y concentrarse.
Uno de los chicos decide descansar fumando en la terraza. Click, click, click... Su mechero no funciona y me empieza a poner nerviosa el ruidito. Por lo visto, el otro chico no fue capaz de soportarlo y salió disparado de la sala.
Un rato después todo estaba en calma. Así sí que se estudia bien, qué paz, qué calma, qué... ¿QUÉ ES ESO? ¿Son martillazos lo que oigo? Miro hacia la puerta y veo a un hombre arreglando el ascensor que lleva una semana averiado. ¡Qué oportuno! Se podría poner en otra planta...
El chico, que al igual que yo, se altera con facilidad, salió. El rostro tenso, la voz quería ser calmada: Mire, por si no se ha dado cuenta, estamos estudiando, así que por favor, ¿se puede meter el martillo por el...?, a cada palabra el tono de voz aumentaba... Y volvió la paz.
Creo que necesito un café. ¡Sólo cuesta 0'30! Algo bueno... No quiero azúcar, no encuentro el botón, ¿POR QUÉ NO SE LE PUEDE QUITAR EL AZÚCAR? ¡Anda, mira! Si está aquí... Je, je, no pasa nada, no pasa nada... Ya está listo y cuando vas a coger el palo para comer la espuma de tu capuccino te das cuenta de que no hay. Lejos de mosquearte te pones a pensar en si un palito costará 20 céntimos...
Vuelves al estudio y vuelven las molestias. Unos conversando en la puerta. “Bah, sólo será un momento...”. Un cuarto de hora después, casi sin uñas por la crisis nerviosa provocada, decides poner fin. Sales y te saludan sonrientes, pones tu mejor cara de perro y estallas: “¡QUIERO ESTUDIAR! (Piensas en lo raro que suena eso y sigues). Tengo examen mañana, ¿no podéis hablar en otra parte?
Todo era un caos, hasta el zumbido del ordenador de uno de los chicos resultaba un incordio. Se abre la puerta, entra y sonríe. Se te escapa un “¡por fin!” y sales del apuro con “he acabado este tema”. Se sienta a tu lado y ya pasó todo. En silencio se disfruta del estudio. Te acabas quedando solo, con una paz completa y aparece una niña. Se pasea y la madera cruje a sus pies, te mira y te habla en voz baja. Molestas igual, ¿sabías? No, los libros no son para ti “son de mayores” dice. ¿Esperaba encontrar cuentos? De nuevo sola y vuelve él.
[…]
Un descanso para comer y estar en el ordenador. Otra vez a estudiar. ¡Sola! Espero que la tarde sea mejor que la mañana... Clank, clank, clank... ¡NO! Alguien se dedica a jugar con los plomos, fantástico... Esta planta se ha quedado sin luz, menos mal que es temprano y se ve bien con la luz de la calle. Los chicos se revolucionan y arman jaleo en el pasillo. ¿Por qué se han puesto todos de acuerdo para impedirme estudiar hoy? No sé si recordaréis que ya una vez conté un “episodio de gritos”, pues se volvió a repetir. Luego que a nadie le extrañe que mi salud mental quede afectada.
Poco duró mi soledad, uno a uno fueron apareciendo en la Biblioteca. La luz había vuelto... Al rato se fue, nos miramos y uno fue a dar los plomos: todo arreglado.
De pronto todo parece más iluminado, ¿es el sol eso que asoma entre las nubes? ¡Qué se vaya! Y a ser posible, que se ponga a jarrear también para que el maldito jardinero apague la máquina del infierno.
A pesar de todo (toses, ¡alejad vuestros virus de mí!) quedó una buena tarde-noche de estudio. Aunque fue necesario otro café para resistir.
Recoger y volver a mi habitación. Ataque de histeria, me invade el pánico. Quedo en mitad de la habitación, en el suelo, en posición fetal y con un ligero balanceo. “No me sé nada, voy a suspender...”. Bofetada mental.
  • ¿Has estudiado?
  • ¡Por supuesto!
  • Entonces, ¿a qué tienes miedo?
  • A que las cosas salgan mal...
  • ¡Relájate! Si las cosas fueron bien en el primer cuatrimestre no tiene por qué ser ahora distinto.
  • Cierto, y he estudiado más...
  • ¡Pues ya está!
  • ¡NOOOO! Horror...

[Que esto pase rápido o me acabaré volviendo loca.]

Muero, de esta muero... Con la subida de tensión se fastidió el router: estoy sin internet (tic en el ojo).

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