sábado, 3 de septiembre de 2011

Crónica de una moribunda exagerada

Dos días antes...
Bueno, se han fastidiado varios planes hoy, aún así, no voy a aburrirme... 12 y media de la noche, sola en casa (el dormido no cuenta), a oscuras, veré una película: Saw. Me pongo los cascos, me dirijo a la cama y me asusto, sí, en los créditos un fuerte ruido de tormenta que no me esperaba... Mal empezamos. Ni un susto, ni un escalofrío, nada durante todo el film. Interesante, me veré el resto en los próximos días, ahora ya es tarde y tengo sueño. Antes de acostarme, decido tomar un vaso de agua, pero tengo que ir hasta la cocina. ¿Y si aparece el encapuchado y me secuestra? No seas ridícula... Doy la luz, no pienso ir a oscuras, veloz, para mi sorpresa, no ocurrió nada. ¿Qué esperabas? Sólo es una película...
Pasadas las 2 de la madrugada, metida en la cama, con los ojos como platos y una voz en mi cabeza: “Hola Irene, hasta ahora has tenido una vida con privilegios, pero no has sabido valorar lo que se te concedía. Ahora es el momento de cambiar eso. Vamos a jugar a un juego: vivir o morir, tú decides”. ¡Déjame en paz, quiero dormir! Y me concentré en otra cosa, evitando pensar en la película, pero algo salió mal, en sueños, mejor dicho, en una pesadilla, tuve que enfrentarme a Jigsaw. Sí, es evidente que superé la prueba, ¡estoy viva!

Un día antes...
No tengo ganas de nada, estoy de mal humor, cansada, he dormido mal... ¡Vuelta a lo de siempre! Y pensar que ya lo había pasado. Por la tarde, me puse a ver Saw II, sigamos jugando... Nada que ver con la primera, pero aún así, aceptable.
Esa noche dormí tranquila y plácidamente, pero nadie escapa de los castigos de Jigsaw. El juego ha comenzado.

Día 1. Lunes.
Este juego no será cómo los que has visto hasta ahora, he decidido innovar, no estarás atada a ninguna máquina, tan sólo al tiempo del que eres esclava. Tendrás una única prueba que tendrás que superar si quieres seguir con vida.” ¿¡Qué es esto!? Me estoy volviendo loca, ¿de qué prueba habla?
Es entonces cuando los siento, dos pequeños mutantes clavados en mi garganta, uno frente a otro y se hacen notar como dos bolas en el cuello. En ese preciso instante se puede oír la risa del muñeco de Jigsaw, tan irritante...
Me recomiendan ir al médico, lo lógico, pero me niego. No podré pasar el cumpleaños como yo quiera, al menos, concederme eso, no pienso ir hoy al matasanos. Y pasó el día, las molestias iban en aumento, las ignoro, hoy no...
Como si fuese idiota, incapaz de no hacerlo, me veo Saw III. La saga va decayendo, aún así tiene algo, un punto especial.

Día 2. Martes.
Dormir y despertar. Mi garganta... Los mutantes se aproximan entre sí, empiezo a tener dificultad al respirar. Hoy tampoco voy al médico, mejor me voy de compras.
En el centro comercial, calor, malestar, me mareo, salgo a tomar el aire, ¿un bajón de tensión? “¿No piensas actuar? Dale un poco de alegría al juego, eres presa fácil, no tardarás en caer...” Se burla de mí. Esto me esta afectando demasiado, la imaginación me juega malas pasadas.
No espabilo, voy a por la cuarta. Describirla en una palabra sería fácil: desagradable. Y aunque en gran parte me da asco, soy incapaz de apartar la vista, no me pierdo nada.

Día 3. Miércoles.
¿Querías que actuara? Pues lo haré, me marcho a Santander, tan rápida como pueda... Y lo hice, como siempre que hay prisa, no faltaron obstáculos en el camino, ya desde la salida, pero los pasé uno a uno.
Al hablar con mi amiga me percato de algo, estoy perdiendo la voz, no puedo casi hablar... Nos reunimos con el resto y fuimos a nuestro destino para pasar el día. ¿Qué dices ahora? No puedes arruinarme el día... Me preguntan que si salgo de fiesta el sábado. ¡Por supuesto! Ya estaré bien, además, ¡salgo hasta mala! Un ligero dolor de garganta no me quita las ganas de fiesta, tendrás que esforzarte un poco más si quieres pararme.
Me recuerdan que quedamos a las 10 y media de la mañana para ir al Archivo. Es un poco pronto, pero bueno. Cansadísima, hasta las 10 no llegué a casa, menuda caminata, eso sí, mereció la pena.
Pasan las horas y decido avisar: no me veo capaz de estar lista para esa hora, ya llamaré cuando despierte...

Día 4. Jueves.
Duermo fatal, me despierto muchas veces. ¿Por qué? Si yo estaba cansada... Me desperté temprano, sin fuerzas para levantarme (¿te diviertes?). A la hora indicada una llamada perdida me impulsa a salir de la cama. ¡Vaya ojeras! Es que ni después de la ducha se me iba la cara de sueño...
A duras penas conseguí pedir el desayuno, mi voz cada vez más inaudible. Con un gran esfuerzo hablé por tlf, enseguida llegaría, pero ¿dónde estaban? Pregunté a una señora por la Biblioteca Central, con mi empanada, no me dí cuenta de que sus indicaciones eran erróneas, me estaba mandando a la Municipal, la cual conozco de pasar buenas tardes de lunes allí... Me desespero y me cabreo. ¡Anda! Pero si suena boikot. ¡Imbécil, es tu móvil! Le explico a mi amigo lo ocurrido, llegan a la conclusión de que lo mejor es ir a buscarme. ¡Maldita inútil!
Fantástico el Archivo, mal para hablar con los encargados, por suerte no iba sola, así que me ahorré bastantes cosas, aunque tuve que hablar. Me traen el documento que pedí. Yo me imaginaba varios folios, en plan antiguo... Y presentan ante mí una especie de caja de dimensiones considerables: protocolo notarial de Ramales de la Victoria, 1881, notario... ¿Y de ahí tengo que elegir un documento? ¡Muero! Observo la caja, me da miedo tocarla, ¿cómo lo abro? Gracias a mis amigos, me dí cuenta de que me la habían puesto al revés. ¡Eso lo explica todo! Tras abrirlo, se detuvo el tiempo, me perdí con los conflictos de testamentos, ventas, en una preciosa letra humanística, aunque a veces difícil de leer...
Pasamos algo más de una hora, a todo esto, yo soy la menos espabilada, mis amigos tenían documentos de una sola hoja, en fin... “Pequeñas diversiones...” (risa irritante) De todas formas, lo tengo más claro, sí, definitivamente, yo quiero trabajar ahí.
Y regreso a casa en el atardecer, con mis padres, aunque como siempre, por llegar tan tarde, nadie me recibe. Saludo a unos vecinos que me cruzo, no sé si me habrán oído, cada vez estoy peor...

Día 5. Viernes.
Me rindo, voy al médico. Estoy en condiciones de conducir, así que ni tan mal fuck off Jigsaw! Y como castigo, me tocan todos los payasos, no sólo en la carretera, si no de peatones (por su culpa tuve que forzar la voz para “gritar”, imbécil...). Luego una señora a la cual no conozco me para por el camino y me cuenta su vida. Siento ser así pero ¡señora, me da igual donde compre usted la leche! ¿Qué le pasa a la gente?
Por fin, mi turno en la consulta. ¿Qué me pasa? Pues lo de siempre, la garganta, malamente consigo hablar. A ver... Y el médico se echa manos a la cabeza. ¿Desde cuando llevo así? Pues desde el lunes... Un fuerte antibiótico, que encima me puede hacer daño he de tomar. ¡Genial! Aprovechando el viaje cojo algunas recetas. Receloso me mira el farmacéutico, ¿todo esto a su nombre? No son drogas, a mí que no me mire así...
Contenta, con la esperanza de que por tomar una de las cinco pastillas me voy a recuperar al instante... ¡Joven ilusa! No es tan sencillo. Comienza el malestar, me tumbo, no quiero hacer nada, vete a dormir, no quiero, me voy a la cama, me duermo... Y me levanto peor, la garganta reseca, no puedo respirar por la nariz, los mutantes han dejado una abertura mínima, no puedo comer, me duele hasta tragar la saliva...
Voy a por la V, a verte de nuevo, a tratar de entenderte...
Tú tienes fiebre. Para nada, digo con la cara colorada ardiendo de calor. 38'4. Pastillas, paños de agua fría y mimos de madre. Efectivo, la fiebre baja, pero los delirios ahí están. ¡Muero, muero! ¡Adiós mundo cruel!
Te resistes, pero el juego no ha hecho más que comenzar...”
Continuará.




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