viernes, 23 de septiembre de 2011

Espejito, espejito...

En el mundo tiene que haber de todo: gente guapa o fea, alta o baja, flaca o gorda, etc... También hay términos medios, y casos a parte sin remedio.
La cuestión que voy a tratar es la de flacos y gordos puesto que considero que es “fácilmente” alterable. Es algo que está en cada uno cambiar, sólo hace falta querer. Pues hay muchos gordos conformistas que no sólo se ven horribles (sí, esclava y víctima de la sociedad superficial, culpable) si no que pueden tener problemas de salud y lo peor es que son felices así. Bien es cierto que hay gente con sobrepeso por enfermedad, pero se puede ir al médico y ponerse en tratamiento. También nos podemos poner a dieta, hacer deporte... No sólo nos veremos mejor físicamente, si no que ganaremos en salud.
Por otro lado, están los extremadamente delgados, que tienen la batalla contraria a los otros, se esfuerzan por engordar. ¡Qué mal repartido! Unos dejando de comer y otros sin parar de hacerlo. Yo, la verdad, envidio a esa gente tan delgada que no hace más que comer “porquerías” y no engorda un gramo. Bien es cierto que hay gente así por enfermedad, que puede ser natural o buscada.
Lo ideal sería estar delgado, pero una delgadez sana y no enfermiza, esquelética. Fácil de conseguir como dije con dieta y deporte. Aunque con el deporte hay que tener cuidado también. Puedes hacer una serie de ejercicios adecuados, controlados u obsesionarte, llegar al extremo de querer más y más, nunca ser suficiente (¡hola vigorexia!).
Creo que es todo muy complicado, es difícil encontrar el equilibrio y no obsesionarte con aquello que te preocupe. ¿Cómo encontrar el límite? ¿Cómo saber cuando parar? La mayoría de las veces tiene que ser por una causa externa, puesto que nosotros mismos no somos capaces de verlo, la mente nos juega muy malas pasadas. Gordos que se ven bien en el espejo, delgados que se ven gordos, musculosos que se ven esmirriados, debiluchos que se creen fuertes...
“Espejito, espejito, ¿quién es la más gorda del reino?”

La sociedad, lamentablemente, es muy superficial, si no te correspondes con el canon de belleza general te ves apartado, humillado, no te aceptan. Pero, ¿quién establece el canon? Y lo peor, ¿por qué nos esforzamos en alcanzarlo? ¿Por qué lo seguimos?
En el fondo, la culpa es únicamente nuestra, por aceptar la situación. Pero no podemos luchar en su contra, lo aceptamos y todo por no querer ser rechazados. Nos preocupamos tanto por el aspecto físico que nos olvidamos de que lo realmente importante está en el interior (la típica frase de los feos se suele decir), y no lo digo por tener una belleza huidiza, si no porque en el fondo es verdad. El físico se pierde con los años (aún dejándonos un dineral en cirugía plástica) pero el interior permanece inmutable. ¿Soportarías después de unos años a alguien que sólo te gustaba por su físico y tiene la cabeza hueca?

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