lunes, 25 de abril de 2011

Caótica sociedad

Trato de analizar lo ocurrido y me resulta complejo definir el enfoque. Empezaré hablando de la ciudad, la loca urbe...
Todo es desenfreno, prisa, movimiento continuo, no para en ningún momento. Ya sea el tránsito de los peatones o el tráfico de los vehículos. Todo el mundo va con urgencia. ¿Por qué no cambian los relojes y se lo toman todo con un poco más de calma? La banda sonora de la ciudad son los pitidos de los coches que apremian a los que van delante suyo. Los pasos de peatones son muy curiosos, hay unos largos en los que te conceden medio minuto para pasarle, cuando se concentra mucha gente en ellos es horrible, chocas con todo el mundo; por el contrario, hay otros muy cortos que los cruzas con dos pasos y para ello te dan minuto y medio. ¿Dónde está la lógica?
El autobús urbano. Aquí se concentra la idea principal de lo que quiero tratar. Es el elemento en el que el tiempo va más acelerado. Llega a la parada, hay muchas personas esperando pero no se sabe qué bus van a coger porque hay varios, uno casi para cada zona como mínimo. Subes rápido, pagas, y buscas asiento: ¡error! Lo más posible es que no le haya. Hay muy pocos asientos, básicamente el autocar está hecho para viajar de pie, lo que facilita la fluidez de las personas, la mayoría de asientos están para las personas mayores y los discapacitados. Evidentemente, antes de que una persona de esta categoría vaya sin asiento, le cedes el tuyo, quedándote así, a merced de la fuerza de gravedad, cuyo único fin es verte en el suelo.
Tienes que estar bien pendiente de dónde te vas a bajar, porque si allí no hay nadie y tú no has solicitado la parada, no se detendrá. Parece una bala, igual no va a mucha velocidad, pero la sensación desde dentro es impresionante. Cada día temo que acabemos estampados en algún lugar, aunque milagrosamente se libra de todos los obstáculos con asombrosa destreza. Salvo hoy, aunque en realidad sí se libró...

Iba yo tranquilamente leyendo, me sentía tan abstraída por la lectura que decidí dejar de leer para no pasarme de mi calle. ¡Qué decisión tan acertada y tan en su momento! Unos pocos minutos después hubo un balanceo extraño. Yo contemplaba a un señor con parkinson, de pie junto a la puerta, le hubiese cedido mi asiento, pero supuse que se bajaría ahí. De repente, frenazo en seco. Todos nos fuimos hacia delante y de golpe hacia atrás. Poner la mano en la barra que había en frente mío hizo que no me la comiera, prefiero no pensar dónde estaría si llego a seguir leyendo, o peor aún, si no llego a estar sentada... Pero no soy yo lo importante de esto. El señor antes mencionado acabó tumbado en el suelo, otra señora cayó encima suyo, el resto no sé si se daría algún golpe, supongo que sí, pero no estaban mal. Rápidamente la gente se volcó en ayudar a los ancianos a reponerse. El vehículo parado, la muchedumbre murmurando. ¿Qué ha pasado? ¿Están bien? Tras un largo tiempo de espera nos bajamos todos, salvo el hombre que se quedó junto a su mujer esperando a que llegara la ambulancia. Nos dirigimos a la siguiente parada, a esperar de nuevo, al 3, por supuesto, no teníamos que volver a pagarlo.
La cuestión es: ¿a qué se debió el incidente? Ni más ni menos que a una negligencia. No puedo afirmarlo porque es lo que me han contado, así que no puedo asegurar que sea 100 % verídico, sólo un detalle sé seguro porque lo ví con mis propios ojos, el bus no tenía ni un rasguño. Semáforo en verde, nuestro conductor al ritmo acelerado de siempre, coche blanco parado o que frenó en ese momento, chófer que se ve sorprendido presiona el pedal central, lo que viene siendo el freno, para evitar la colisión. El resto, ya se sabe.
Allí no tardó en personificarse un agente de movilidad que están por todas partes de la ciudad, para poner un poco de orden entre los coches que ya estaban pitando porque el bus estaba malamente estacionado, luego llegaron los policías y finalmente, la ambulancia.

Vivimos en una sociedad caótica, apresurada, lo quiere todo al instante... Debemos parar esto, ¿para qué correr? Llegaremos de todas formas a los sitios, más vale llegar un poco tarde que no llegar...

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