sábado, 23 de abril de 2011

Bajo la visión de Elizabeth

“Desde el primer momento en que le ví le odié. Parecía tan arrogante, tan serio, como si se creyese superior... Un estirado que no se molestaba ni en saludar. Daba la impresión de que era un antipático, la persona en la que menos me hubiese fijado.”
De esta manera comenzaba Elizabeth a contarme su historia. Ella necesitaba desahogarse, así que decidió narrarme la historia completa, desde su punto de vista. Para tener la certeza de conocer por completo el asunto sería necesario saber qué piensa Harrison, pero por el momento, sigamos con Elizabeth.

“Un día, el odio desapareció. Él me había saludado, así que por ello dejé de detestarle. Ese era el motivo por el cual, su sola presencia me resultaba insoportable. A partir de ese momento dejé de mirarle con malos ojos, hasta fui capaz de apreciar lo guapo que era, también lo sería antes, pero me había pasado inadvertido.
El saludo se convirtió en rutina, ya era cosa normal que lo hiciera, ahora me preocupaba si me sonreía o no. Empecé a enamorarme de su sonrisa, de la manera que tenía de hablar... Un día que le tuve muy cerca pude ver sus ojos, eran claros, preciosos, me quedé encantada.
Esto no pasaba de ser una atracción meramente física, simplemente me gustaba, nada más. No sería más que un capricho pasajero, como otros tantos...
Poco a poco me enteraba de cosas de él, sobre sus gustos, sus aficiones, su manera de ser... No sabría decir el momento exacto en el que ocurrió, pero estoy segura que fue después de esto cuando me enamoré de él. Era mi prototipo de hombre ideal, reunía todas las cualidades. Sólo faltaba una cosa, que yo me correspondiese con la idea de mujer que él quiere, ese detalle le desconozco.
En una ocasión hasta llegué a pensar que podía serle de interés. Pero deseché la idea por estúpida, ya que porque yo sea capaz de enamorarme rápidamente de una persona, no quiere decir que a todos les pase lo mismo, además, ¿qué tengo yo que pueda resultar interesante? Nada.
Así pasaba el tiempo y yo era capaz de ser feliz sólo por haberle visto, ¡qué bella época aquella!”

Un momento, ¿es que ya no te hace feliz verle?

“No es eso, es que pasaron muchas cosas desde cuando aquello.
Por motivos de trabajo me tuve que ir, no sabía cuándo volvería a verle. Me decidí a hacer algo, debía hablarle, tratar de interesarle o todo se olvidaría. No tuve el valor suficiente para hacerlo. Me marché para regresar en menos de una semana, no le ví. Ya que sólo estaría en el mismo sitio que él los fines de semana llegué a la conclusión de que lo mejor sería tratar de olvidarle, sin duda, era la opción más lógica.
Como si el universo quisiera darme su opinión al respecto recibí algunas “señales” no hacía más que encontrarme con coches como el suyo, una cosa es que pueda coincidir el modelo, pero ya el color... ¡Me parece pasarse!
Traté de ignorar este hecho y lo medio conseguí. Me fijaba en otros chicos, pero no eran de mi agrado ninguno, todos fallaban en algo, no eran él.
Pasó un mes para cuando le volví a ver. Todas mis ideas de olvidarle se esfumaron con sólo una mirada suya. Ver de nuevo sus ojos, su sonrisa, me tuvo distraída todo el tiempo. No sabría decir qué, pero en el mes que había transcurrido algo había cambiado. Él me miraba bastante, lo que hizo que me pusiera nerviosa y que mi imaginación volara: ¿por qué me mira tanto? ¿Existe la remota posibilidad de que se fije en mí? ¿Tendré algo extraño?
Lo más curioso de ese día es que ni tan siquiera nos saludamos. A los pocos días pude volver a verle pero todo era tan normal como siempre. De nuevo, mi imaginación me había hecho pensar lo que no era. ¿Se puede ser más tonta?
A partir de ese día tomó un nuevo rumbo la situación, inexplicablemente no estaba equivocada en eso, las cosas habían cambiado.”

¿Te planteaste en algún momento decirle lo que sentías? Como se suele decir, el “no” ya le tienes, así que no perdías nada...
“No es tan sencillo. ¿Cómo miras luego a esa persona a la cara? Además, cuando menos quieres ver a una persona más te la cruzarías y se podrían dar situaciones muy incómodas.
Pasó un mes hasta que le volví a ver. Esta vez hablamos, estaba muy nerviosa y trataba de pensar que era otra persona con la que hablaba pero no podía, me bloqueaba...
Varias veces intenté no pensar en él, distraerme con chicos a los que veo con más frecuencia, pero es imposible. Fue entonces cuando asumí que él no era un capricho más, que nada podía hacer por evitarle. Cuanto más quería ignorarle, con más fuerza aparecía, como un recordatorio constante. Verle se convirtió en una necesidad, hasta hacía varias “locuras” sólo por ver de nuevo su hermosa sonrisa, no siempre salían las cosas como yo quería.
Resulta curioso, tuvo que pasar otro mes hasta que le volviera a ver. Más guapo que nunca, estaba muy cambiado. Me pregunto si él también me verá cambiada a mí, en ese caso dudo que para bien...
En un intento de querer saber si él podía sentir algo hacia mí traté de darle celos. Dudo que lo consiguiera, pero él sí consiguió dármelos a mí. Bueno, en realidad, no podemos hablar de celos ya que no tenemos ninguna relación y tampoco se pueden considerar celos lo que me provocó, tan solo, una ligera molestia... Parece un juego la situación, pero claro, esto sólo es mi punto de vista, ya que yo veo las cosas como quiero que sean básicamente, pero no soy el centro del mundo, así que cada cosa que hace no tiene por qué estar dirigida a mí.
Esto nos lleva a que estoy siempre en la misma situación, en el mundo de los sueños inalcanzables.”

¿Y si tuvieras la suerte de que él sí sintiera algo por ti? Hay mucha gente que se ha querido y por no hacérselo saber el uno al otro no tuvieron nada. ¿No te parece triste que pueda ser esa tu situación y que por cobardía no hagas nada?

“Dudo mucho que eso ocurra. Además, soy de las que piensan, por clásico que resulte, que es el chico el que debe dar el “primer paso” y si él no hace nada es porque no está interesado. No hay más que hablar.”

¿Y si diera ese paso cómo reaccionarías? Imagínate que él también siente algo por ti, empezáis a quedar y las cosas funcionan.

“La verdad, no lo sé. Estoy tan acostumbrada a enamorarme y desenamorarme que no sabría cómo reaccionar, porque estoy segura que conocerle más no me haría nada en contra, si no que me gustaría todavía más, no creo que la realidad diste mucho de la idea que tengo de él.
Si está de pasar algo, pasará, no voy a pensar en ello e ilusionarme soñando con algo que puede que nunca llegue a pasar. Creo que esto último es lo más real que he dicho hasta ahora.”

Y es así como Elizabeth ve las cosas. Próximamente veremos qué opina Harrison, algo me dice que su versión será muy distinta de esta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario