viernes, 8 de octubre de 2010

¿Quién quiere jugar?

¿Quién no la quiere? ¿Quién no la desea? ¿Quién no la busca? ¿Quién no ha lamentado su ausencia? ¿Quién no la menta al menos una vez al día?
Está ahí, en todas partes, donde quiera que mires. Todos la perseguimos, pocos los afortunados que la encuentran... ¿A qué se debe? El mayor problema es que no sabemos buscar, ¿y cómo vas a encontrar algo que no has sabido buscar debidamente? Esa es la clave para llegar al destino de la vida. Y con ello, me refiero a la felicidad.
Está claro que no es lo mismo para todos, es subjetiva, depende de cada persona... Unos la encuentran en el dinero. Aunque hay un dicho “el dinero no da la felicidad” que se suele continuar con “pero ayuda bastante...”. Otros la encuentran en el amor, bien sea familiar, conyugal o amistoso; también está el “amor de una sola noche”, pero no creo que pueda llamársele tal cosa... Sería mancillar la palabra amor, pero eso es otra cuestión. Es buscada en el éxito, ya sea laboral, estudiantil... La religión, con su tema de la fe, podría incluirse... Buscamos la realización personal, sentirnos bien con nosotros mismos, tomar las decisiones correctas en el momento adecuado, luchamos por nuestros sueños, que frecuentemente resulta laboriosa tarea, pues cuando te aproximas y estás a punto de tocarlos con la mano, ¡plaff! Se desvanecen, dejando así un vacío inmenso que se rellena con una insaciable lista de quehaceres; y todo con un único fin: alcanzar la felicidad.
La perseguimos incansablemente, sin pensar que esta loca carrera hacia un lugar poco determinado es una odisea, que mientras nosotros corremos tras ella, ella huye de nosotros. ¿Qué hacemos? ¿Debemos sentarnos a esperar a que la señorita Felicidad se digne a hacernos compañía? Definitivamente, NO. Pero debemos ser menos ambiciosos, puede que no esté oculta tras grandes acontecimientos, a lo mejor, la podemos percibir tras las pequeñas cosas. Puede tratarse de una mirada de alguien especial, de una canción que al escucharla te transporta a ciertos momentos en los que la felicidad y tú ibais de la mano, en definitiva, de cualquier cosa que te recuerde a una época mejor. Un cambio en la rutina, una leve alteración de nuestra monótona existencia, también puede ayudar, son esos pequeños detalles de la vida los que hacen que signifique algo y te motiven a levantarte cada mañana, es ahí dónde puedes hallar la ansiada feliz.
Parece fácil, ¿no? Se encuentra muy próxima a ti, pero no sabes verla, es una maestra del disfraz. Tienes que ponerle ganas y acabará acudiendo a ti, no tiene más opciones. En ningún caso dejes que el objetivo domine tu vida, haz que sea un paseo hacia tu meta sin olvidar hacer paradas en el camino a tomar aire, pero tampoco te detengas en exceso, no te vayas a dormir... Y si quedas rezagado te adelantará y se convertirá de nuevo en un infierno.
Vive tu vida, relájate, tómate unos minutos del día para no hacer nada y sólo descansar, cuerpo y mente se sentirán agradecidos con tan bella acción, disfruta la vida, nunca es tarde para esforzarse y pelear por lo que uno quiere. Con constancia y paciencia pocas cosas habrá que no se puedan conseguir.
En este preciso instante, la felicidad se está riendo de ti. Te mira y sonríe, saluda, se está burlando porque sabe esconderse bien, pero eres más inteligente que ella. ¿Puedes verla?
Recuerda, obtenerla es sencillo, el auténtico reto es mantenerla. La petición para entrar en el juego de la búsqueda de la felicidad ha sido enviada. ¿Aceptas?

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