Por darme la vida,
por quererme,
por estar siempre ahí
(aunque a veces no lo parezca).
Por ser padre
y a la vez hermano,
por entenderme
y aconsejarme.
Por nuestras bromas
y nuestros piques,
hablarte y que respondas “aham”.
Por jugar conmigo
y tener siempre la gracia a punto.
Por la paciencia que has tenido conmigo,
por enseñarme a conducir
(entre otras cosas),
por ayudarme
y apoyarme siempre.
Por esto y mucho más,
te quiero, papá.
¡Feliz cumpleaños!
Espero que sigas tal cual eres,
que la vejez no te cambie
y siento no haberme quedado allí.
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